• XVII aniversario de la Pascua de Don Sergio Méndez Arceo
• Un oasis en la estructura de una iglesia aliada del poder

Para mi único hermano, Jesús Gilberto
El inmemorial Don Sergio Méndez Arceo, VII obispo de la diócesis de Cuernavaca, cumple mañana, 6 de febrero, 17 años de haber dejado este mundo material, y parece que los dueños de la estructura, cuya mayoría, por cobardía, nunca lo vio con buenos ojos, volvieron al pasado, aunque la verdadera iglesia, la fundada por Jesucristo no está ya más en las catedrales, en los templos suntuosos, en la pomposidad de la Basílica de San Pedro, sino en las pequeñas comunidades donde se estudia, se reflexiona, se comulga verdaderamente entre todos los creyentes y se actúa con los pobres, desde los pobres, desde la pobreza, una experiencia liberadora más radical que el movimiento más radical de la llamada izquierda. Por esto, por darle su verdadero nombre a las cosas, y por descubrir la esencia del mensaje de Jesús de que más fácil entra un camello pase por el ojo de una ahuja que un rico entre en el Reino…, por eso el Obispo Rojo, como lo bautizaron los magnates de la Ultra, obispos, sacerdotes, políticos panistas, murió causando un gran alivio a los poderosos, porque no tuvieron ya que escuchar los reclamos del hombre de Cuernavaca, que pasó la vida dando testimonio de cristiano, de dialogante con todos, rebeldes, disidentes, protestantes, agnósticos, ateos y, sobre todo, denunciando el estado de injusticia en que se desarrollaba la vida de México y de Latinoamérica en aquellos años de juveniles rebeldías, de movimientos guerrilleros que luchaban por cambiar el status quo impuesto por el Imperio en nuestros países. Por ello, sus amigos, los intelectuales de Izquierda, los verdaderos buenos samaritanos – el icono del izquierdista es el Buen Samaritano, los pobres le impusieron el honorífico apelativo de "El Patriarca de la Solidaridad". Muerto don Sergio, retirado jTatic Samuel Ruiz García de la diócesis de San Cristóbal, en la estructura clerical queda sólo, y solo, jTatic Raúl Vera López, obispo de Santillo, como único testimonio viviente de las enseñanzas liberadoras de Jesús, quien fue un subversivo que los fariseos y saduceos y los escribas y los sacerdotes crucificaron por representar un peligro para sus intereses de clase y sus canonjías individuales
Mañana viernes 6 de Febrero, a las 12:00 horas en la Capilla de la Resurrección, en las criptas de la Catedral de Cuernavaca, grupos de cristianos celebrarán la Pascua, el paso, de Don Sergio, con una Celebración de la Palabra coordinada por laicos y laicas seguidores del pensamiento y práctica del inmemorial obispo, que inauguró, aún antes de la celebración del Concilio Vaticano II, la auténtica visión de iglesia, en el fondo franciscana, porque Francisco de Asís es la conciencia de los hombres de la estructura eclesiástica, ya que no sirvió a los pobres, no ayudó a los pobres, no repartió limosnas a los pobres, sino que se hizo pobre con los pobres y desde la pobreza vivió la radicalidad del Evangelio, la liberación de los oprimidos, de los más pobres de los pobres, lo que me hace recordar las palabras del apóstol Santiago: "Que el hermano de condición humilde se sienta orgulloso por haber sido elevado, y el rico, en cambio, por haber sido rebajado, porque el rico pasará como la flor del campo. Se levanta el sol y viene el calor, seca la hierba y marchita la flor sin que nada quede de su belleza. Así también se marchitará el rico en medio de sus empresas" Esto es lo que predicaba en vida el carísimo Sergio Méndez Arceo, desde su sede en la ya destrozada Catedral de todo el mundo, en Cuernavaca, a donde asistían los pobres, los intelectuales de izquierda, los agnósticos, los ateos, los asilados por perseguidos en sus países y uno que otro agente de la policía política que se encargaba de grabar las palabras del Obispo Rojo, mote que más que un desprecio o una ofensa de la derecha, resultó ser un elogio, porque quienes luchan por la justicia son rojos como la sangre que bombea el corazón por todo el cuerpo y que es el ánima del ser humano a quien mantiene vivo.

De la historia biográfica del buen pastor no tiene sentido reescribir. La han escrito ya muchos y quien tenga interés en conocerla simplemente tiene que acudir a un buscador de la Internet o encontrarla en una biblioteca. Esta columna de hoy pretende sólo ser un memorial del amigo, del maestro, del guía, del profeta que fue Don Sergio en vida corporal y un testimonio de que a la jerarquía católica, como cuerpo, pareciera que las enseñanzas de Jesús le entraron por un oído y le salieron por el otro, porque no se compromete, como se comprometió Don Sergio, como lo hicieron Samuel Ruiz García, Arturo Lona, y tantos obispos latinoamericanos, que dentro de la estructura fueron poco a poco reemplazados por obispos ultra, producto de la ideología y enemigos de la conciencia de clase, amigos de los poderosos y de los ricos y ejemplos hay cientos, y esta crítica no quiere decir que no ame a la iglesia, sino más bien que la amo y la cuestiono, la critico, como amo y critico a mis padres, no desde la soberbia sino desde la digna rabia que me produce el divorcio de la humanidad y su conformación entre los dueños y los siervos, los amos y los esclavos, los alfas y los zetas, situación que trató de cambiar con su visión evangélica Don Sergio, desde los principios radicales, revolucionarios, del Evangelio de Jesús.
Obispo de Cuernavaca, Patriarca de la Solidaridad. Antiguo obispo de Cuernavaca. Profeta de América Latina. Padre de los pobres del continente. Precursor de todos los cambios en la Iglesia del siglo XX. Presidente y luego miembro del Tribunal de los Pueblos. Buscador incansable de la paz y la justicia por las rutas del mundo. Hace su viaje a la Eternidad Feliz en México, a los 84 años de edad, repentinamente, como había querido. Y de mañana, porque la noche anterior tiene que escribir aún. Blanco de polémicas dentro y fuera de la Iglesia jerárquica, afirma: "¿Rebelde? Nunca he sido rebelde. He sido libre". Hijo de la burguesía mexicana, lee a los clásicos y colecciona mapas a los 10 años y sus últimas cartas, del 30 de enero, son para el presidente Alfredo Cristiani, el arzobispo Arturo Rivera y Damas y para el comandante guerrillero Shafik Handal, de El Salvador. Trasuntan su gozo por la paz recién firmada para "esa tierra empapada en sangre".
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