RESCATAR EL ALMA

La vorágine actual
con sus prisas y presiones externas
limita situaciones placenteras
que se pueden construir.

El alma aprisionada,
empobrece su abundancia,
angustia el existir.

Conviene hacer una pausa
 y desnudar el alma, dejarla correr;
andante, envolvente, elocuente.

Adherida a la naturaleza, permitirle
percibir sus olores, cerrar los ojos y
apreciar la luz interna de un amanecer tardío.

Sentir el aire que penetra la piel
y se vuelve cálido cuando se activa el andar,
favoreciendo la simbiosis y el equilibrio.

Observar los colores, contemplar formas, travesías y caprichos
como respuesta a la vida y enmarcar la creación como fotografía
de una señal inconsciente pero perdurable.

Sentir la humedad del cuerpo en los pies descalzos
en un acercamiento íntimo, personal, sentir el agua,
su vida, el oxígeno vibrante, avanzando
hasta envolver el cuerpo, activándolo, preservándolo.

Robustecer el alma,
desnudarla de la apatía, la intolerancia,
el reproche, la fatiga, el temor.

Reconocerla en el espíritu
que requiere una nueva presencia,
una nueva forma de atender la vida.

Reencontrar el alma aún con vida,
después de dejar lo inerte, lo inmutable, lo fallido,
reencontrarse con la niña que llevamos dentro.

Buscar los placeres del afecto, la magia de los sueños
y la esperanza, que crece, se desborda y alienta
hacia el espacio agradable, la añoranza, la constancia.

Hacer permanecer la actividad del entendimiento,
el pensamiento, los recuerdos, los logros,
el paso de la larga trayectoria de limitantes
superadas a través de la fe y la confianza.

Servir,  sonreír,  compartir, son alimentos
que sacian su afán de perdurar;
opacan los prejuicios, las creencias
equivocadas y el egoísmo…

El alma es pura, mutable, voluble, viajera constante del pensamiento,
gusta de los sueños, la forma de ser y de creer,
se robustece con las sonrisas y las conquistas de los que se quieren,
rompe con la monotonía, la fatiga, la ausencia, el quebranto y el desasosiego.

Desnudar el alma y colmarla de placeres divinos y eternos
a través de la música, la poesía, el baile;
ponerle un vestido frágil bordado de intenciones,
apaciguar la sed para seguir disfrutando los buenos momentos.

Mantener vivas las emociones,
permanecer en ellas, hacerlas perennes, iniciar
el camino y avanzar, rescatando el alma.

Ruth Cordero Bencomo

ruthcordero1@yahoo.com

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