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ENTREVISTA KULTURAL
JORGE RODRÍGUEZ,
SUBPRODUCTO MULTIDISCIPLINARIO
AUTODIDACTA
DE LA LIBERTAD ESQUEMÁTICA
Lorena Sanmillán
El suplemento cultural Kultur anuncia con entusiasmo su sección Entrevista Kultural. Este miércoles le toca el turno al artista multidisciplinario Jorge Rodríguez, que este año presenta dos de sus novelas en la Feria Internacional del Libro XIX: “La nuez vana” (UANL-JUS) y “Martín Calavera” (Ed. Acero). Tiene en proceso otras tres que en breve tiempo nos sorprenderán como lo hacen estas primeras dos.
LSM: Jorge Rodríguez, difícil describirte en una sola palabra. Difícil intentarlo. ¿Quién es Jorge Rodríguez?
JRDZ: Un subproducto multidisciplinario de un sistema académico intelectual en decadencia; relegado al submundo del aprendizaje autodidacta y de la libertad esquemática, subordinado a sus pasiones y obsesionado por la creación y el consumo artístico en todas sus expresiones.
LSM: ¿Cuánto tiempo tienes en la literatura?
JRDZ: Todos nos relacionamos con la literatura desde el momento en que escuchamos la primera historia, luego aprendemos a leerlas y, tiempo después, cuando nos decidimos, empezamos a escribirlas. Ese momento me llegó hace muy poco tiempo, seis años, tal vez unos meses más. Antes de eso la literatura era muy abstracta, algo ajeno. Leía por puro placer, sin traspasar las fronteras lector-autor. Fue a raíz de mis primeras cuartillas que quedé atrapado en esta maraña existencial que exige cordura y la abreva del único lugar posible: la locura.
LSM: ¿Por qué escribir?
JRDZ: Por pasión. Pero eso es algo que no se descubre hasta que lo haces. Una vez que empiezas ya no hay quien lo pare. Así me sucedió. En una película un viejo escritor sienta a su joven discípulo frente a una máquina y le dice: “escribe”. El muchacho empieza a tantear las teclas, toma ritmo, se detiene, teclea otro poco, y en la siguiente pausa el maestro le pregunta: “¿Por que te detienes?”, “Estoy pensando”, responde el muchacho. Entonces surge la revelación: “No pienses: escribe; ya pensarás después”. Decidí intentarlo y no he parado desde entonces. Eso es todo, no pensar, dejar que la historia fluya, dejar que nuestros motivos actúen, liberar la pasión que alimenta nuestra vida para convertirla en literatura.
LSM: ¿Qué tiene la literatura que no tengan la escultura o la música?
JRDZ: Esa es una pregunta muy compleja que no acepta una respuesta simple. La escultura es concreta, primitiva, exige del intelecto, de la destreza y del esfuerzo físico; la música, en el otro extremo, es etérea, absoluta, universal y, entre las dos, la literatura toma elementos de cada extremo y los entrelaza para construir derroteros de expresión por donde fluyen las ideas y se deslizan las palabras. De mi trabajo escultórico encuentras la escasez de aristas, la continuidad de los planos, los pliegues y recovecos que los entrelazan y los distribuyen, el contraste de texturas y el claroscuro de las formas. De mi plataforma musical vas a sentir la cadencia del lenguaje, la longitud del fraseo, el contrapunto y los pasajes sincopados, la estructura de una sonata o de un trabajo sinfónico, la riqueza que cada sonido aporta en un instante a la armonía, los silencios, los crescendo, la multiplicación de los momentos exiguos que dan tensión y expresión al todo, los temas y sus variaciones, las llamadas retrospectivas, las ligaduras y los cortes, y todo eso reinterpretado con el lenguaje y sus mecanismos, la construcción idiomática que permite enriquecer las ideas y acotar su interpretación, la comunicación directa y subversiva del universo del autor y la libertad de transformarlo en segundos y terceros planos de múltiples dimensiones.
LSM: ¿Qué fue lo primero que escribiste?
Ya en el oficio, un divertimento que resultó en una novela próxima a publicarse. Aquello fue una gozada, una danza en el teclado y un convivio celebérrimo entre todos los personajes que, atentos a la historia, me entregaban justo a tiempo sus libretos y me dictaban noche a noche sus desventuras, justificaban sus fracasos, me presumían sus logros y animaban mis desvelos. El ritmo era obsesivo, apasionado, un repiqueteo delirante que no daba tregua, que prolongaba mis vigilias y despreciaba el cansancio. Eso fue lo primero que escribí, eso fue lo que me envenenó.
LSM: ¿Quiénes son tus principales influencias?
No lo digo yo, me lo han mencionado otros. En la prosa, tal vez García Márquez, Lezama Lima, Carpinteiro; en la estructura puedo citar a Arthur Hailey, con sus mapeos hidrológicos de afluentes y tributarios, el ritmo exacto y a tiempo para retomar a los personajes y a sus historias, y el cierre que construye, como un moño automático.
LSM: ¿Te gusta lo que se escribe en Nuevo León?
Me gusta todo lo que refleja oficio, dedicación, horas de taller. De eso hay mucho por acá. El trabajo casual y las ocurrencias me pasan de largo.
LSM: Erasmo Barrón, Salterio, Sabina, Macedonio, Edelmiro..., son algunos de los personajes de "La nuez vana", ¿Cómo concibes los personajes?
JRDZ: La historia los va vomitando. No necesito concebirlos, ya existen, ya están trabajados en segundo plano y surgen en el momento justo con su argumento ya trabajado. No me dan problema: vienen bautizados y dispuestos a interactuar. Yo me siento a escribir y dejo de pensar, ellos acuden y me sorprenden, me resuelven la trama, me dictan la ruta.
LSM: Durante el proceso creativo, ¿cargas con tus personajes a todas partes o los dejas sólo para cuando escribes?
JRDZ: Sé que andan por ahí en ese segundo plano, donde no los veo, donde no molestan, arreglando sus diferencias, revisando sus inconsistencias, resolviendo sus controversias; todo el día y toda la noche, pero sólo los atiendo una vez que me instalo frente a la pantalla.
LSM: Entre tanto por contar, ¿Cómo eliges tus historias?
Cada historia tiene su lugar. No es un proceso de elección; es más bien un ordenamiento intuitivo, de valoración y acomodo, de función y solvencia.
LSM: Tu novela "La nuez vana" transcurre entre dos tiempos. El tiempo de la hacienda –ciento cincuenta años- y el tiempo del alunizaje -quince días-. Entre los traslapes temporales, ¿Cómo hojeas la realidad?
JRDZ: Como lo que es, un cartabón anclado en parámetros inflexibles, con sus prebendas, con sus dobles lecturas, con sus responsabilidades y deslices. Lo demás es ficción.
LSM: Además de escritor eres escultor, pintor, músico. ¿Cómo y hasta dónde influyen las demás artes en la estructura de tus textos?
JRDZ: En la estructura todo influye. De manera inconsciente cada disciplina aporta lo necesario y se entreteje mimetizándose con el lenguaje, entendido no como un ordenamiento idiomático, sino como herramienta de expresión.
LSM: Si tus novelas fueran equiparables a una pieza musical, ¿cuál sería ésta?
JRDZ: Cada una es diferente. El Medallón de las Rosas en un divertimento que oscila entre scherzos y adagios, mucho trabajo de cuerdas y acentos de fagot. Es una especie de rapsodia donde puedes distinguir con facilidad cinco temas, sin contrapuntos. Eso vino después. Martín Calavera es a las claras una sinfonía de cuatro tiempos, contundente, equilibrada, para dotación amplia. La Nuez Vana exigió más oficio, más taller; es un concierto para desempleado y orquesta. Sus tres tiempos desprecian las pausas, pero mantienen su carácter. Como casi todos los trabajos concertantes, nació de una sonata. La cuarta novela es obsesiva, un estudio experimental de contrapuntos, de temas revolventes. Aún que está construida sobre una estructura rígida, su desempeño es bastante lírico, rayano en un cantabile paranoico. La quinta novela es una sonata que se me salió de control y terminó convertida en un concierto muy peculiar, temático, para dos solistas y orquesta plena; trepidante, muy exigente en su construcción e interpretación. Fue extenuante. La que está en proceso tiene cara de poema sinfónico, introspectivo, catártico.
LSM: ¿De qué platicarían Martín Calavera y Edelmiro si se encontraran en una cantina?
JRDZ: Esa es fácil; de lo que platicamos todos los hombres en las cantinas: de borracheras y de mujeres.
Para mayor información de este autor, pueden escribirle a su mail:
jorge@jorgerodriguez.com.mx
o bien visitar su página web:
www.jorgerodriguez.com.mx
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