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Quiero ser libre como el ave
que siempre es libre y altiva
quiero ser libre mientras viva
hasta el instante
en que mi vida acabe.
Si vago lejos de la patria mía
proscrito por fatal tirano
siempre altiva se alzará mi mano
contra el César que caerá algún día
Nunca cobarde doblegué
ante el oro o el poder yo mi rodilla
pues es vil y cobarde el que se humilla
sin tener delitos ni por qué
¡Oh, corazón!, sé siempre bravo
maldice como yo la tiranía
lo sabe el sol que nos alumbra el día
que prefiero morir que ser esclavo
Yo quiero ser, libre como el ave
que siempre es libre y altiva
quiero ser libre mientras viva
hasta el instante
en que mi vida acabe.
A propósito del Foro social mundial 2009, Belém expandida, coincidieron con Pará, Brasil, actos en doce estados de México; esta ciudad, Monterrey, es una de las sedes de donde se intenta –bajo la premisa “otro mundo es posible”- expandir, en todas direcciones, olas del “Movimiento mundial de movimientos”: acciones de autogestión que liberen, en distintos ámbitos, participación efectiva de las comunidades y se intercambie, con otros que actúan en el mismo sentido, en nuestro país y el resto del mundo.
En este marco, centenar y medio de asistentes a la Biblioteca Central, gozamos de Raúl Vera López –obispo de la diócesis de Saltillo, fraile dominico e ingeniero químico de formación-; su amenidad, simpatía, sentido inteligente del humor y la realidad, armonizan con quienes embelesados atienden lo que dice. Con su ponencia “Crisis civilizatoria” inauguró el foro, recordándonos que no es una novedad la crisis actual ni los augurios que algunos especialistas hicieron, para finales de siglo, desde hace más de treinta años.
Pero, ¿dónde están las claves para enfrentar este momento donde se trastocan los valores fundamentales? ¿Existirá manera de recuperar la ética en la política, cuando sabemos -y sabemos significa la mayoría de los mexicanos- que la corrupción campea desenfrenada, en terrenos de la impunidad; se ha visto, pública y masivamente, que los ladrones con poder viven como sultanes a costa de lo que medraron como funcionarios y con ellos sus esposas, amantes, familiares y amigos. Y la justicia bien gracias.
Vivimos una situación tan cómica, por no decir patética y absurda que, los propios delincuentes como los “zetas”, amén la ineptitud de los gobernantes en turno, se erigen críticos de las instituciones, demandando respeto a los valores y justicia; habrá quien piense que tienen razón y deba agradecérseles por los descabezados. Estos son los valores que se difunden y reproducen, con mucho mayor impacto que las cápsulas huecas “de tienes el valor…”, por la TV; se quedan en la ficción, no coinciden con la ofensiva realidad.
Pero lejos de empañar este motivo de “leernos”, será bueno hacernos del saludable optimismo de fray Raúl Vera, invitando a capitalizar conciencia y trabajo de clase ciudadana independiente, en favor de la sociedad; tener presente la necesidad de organizarse para servir, a falta de quienes debieran hacerlo, para lograr de algún modo que los ciudadanos, todos, se apropien de sus derechos. Y como por algo hay que comenzar cada día, compartimos esta letra para que se multiplique cuantas veces sea posible.
“Quiero ser libre como el ave”, es una canción cuyo autor regiomontano, Cipriano González, nos dio hace más o menos treinta años, a un puñado de estudiantes inoculados de libertad y con el afán de mover el mundo cantando; entonces la grabó nuestro querido amigo La Liga, que vibraba con ella hasta el paroxismo y de paso tensaba celestialmente nuestras cuerdas. El espíritu que la hizo respirar, sigue vivo en cada uno de los convencidos en seguir desde sus esquinas, como fray Raúl, abonando una manera digna de vivir.
Graciela Salazar Reyna
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