ABRE EL LIBRO...
Abre el libro en la página que reza:
"Donde se ve que Amor sólo es tristeza",
y con tu voz de oro
que tiene sortilegios peregrinos,
¡ahuyenta, como pájaro canoro,
la sombra de esa frase, con tus trinos!...
Porque es tu voz tan dulce y lisonjera,
que si dices que Amor tiene dolores,
el dolor se resuelve en primavera,
y todas sus espinas echan flores...
¡Deja escapar tu voz, oh, dueño mío!,
y haz de esa frase triste sólo un canto:
tú puedes, con las lágrimas y el llanto,
hacer notas y perlas de rocío.
Es tu voz el crisol en que se funde
la invencible tristeza;
tan pronto como empieza
su acento a levantarse, luz de aurora
en el viento sus ráfagas difunde,
y en los abismos el dolor se hunde...
¡Es tu palabra eterna triunfadora!
Abre ya el tomo, y con tu voz suave,
destruye ese sofisma peregrino.
Seremos, mientras hablas, tú, cual ave,
y yo, como viajero absorto y grave
¡que se para a escucharte en el camino!...
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Vana invitación
-Hallarás en el bosque mansa fuente
que, al apagar tu sed, copie tu frente.
Dijo, y le respondí: -No tengo antojos
de ver más fuente que tus dulces ojos;
sacian ellos mi sed; son un espejo
donde recojo luz y el alma dejo…
-Escucharás, entonces, los latidos
del gran bosque en los troncos retorcidos;
o el rumor de la brisa vagarosa
que huye y vuela cual tarda mariposa…
-Bástame oír tu voz; tiene su acento
gritos de mar y susurrar de viento.
-Hay allí flores, como el sol, doradas,
y otras níveas cual puras alboradas.
-En tu mejilla rosa está el poniente
y la blanca alborada está en tu frente.
-Hay allí noches profundas y tranquilas…
?Esas noches están en tus pupilas.
-Hay sombra en la maleza enmarañada…
-Hay sombra en tu cabeza alborotada…
-Lo que se siente allí, no lo has sentido.
-A tu lado el amor he presentido.
-¡Ven! Ese bosque misterioso y quieto
va a decirte al oído su secreto…
-¡Es en vano el afán con que me llamas!,
¡si tú ya me dijiste que me amas!…
-Hay un árbol inmenso, majestuoso,
de altísimo follaje rumoroso;
en él, como serpiente, está enredada
una gigante yedra enamorada…
-Tú eres ese árbol majestuoso y fuerte:
¡deja que en ti me apoye hasta la muerte!
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El vendedor de manzanas
¡Manzanas llevo, dulces manzanas!
¡Manzanas llevo para vender!
¡Manzanas dulces de aroma grato,
manzanas dulces como la miel!
Tienen mejillas color de rosa,
su pulpa es blanca como el jazmín,
y son tan lindas y son tan buenas,
que el que las pruebe será feliz.
Hijas del campo, fueron mecidas
por vientos suaves de la estación;
tuvieron cuna en la verde rama,
después que el árbol estuvo en flor.
¡Dulces manzanas, ricas manzanas
llevo, señores, para vender!
Sabrosas, lindas, de aroma grato,
¡manzanas dulces como la miel!
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María Enriqueta Camarillo (1872-1968). Poeta mexicana. Nació en Coatepec, Veracruz , en 1872. Murió en la ciudad de México en 1968. Estudió en el Conservatorio de Música de la capital del país y se recibió como maestra de piano. Colaboró con El Universal, la Revista Azul y El mundo ilustrado. Además de la poesía, cultivó la narrativa. Fue recopiladora y editora de los libros de lectura Rosas de la infancia y Nuevas rosas de la infancia. Su poesía original comprende los títulos “Las consecuencias de un sueño” (1902), “Álbum sentimental” (1926), “Recordando dulcemente” (1946) y “Hojas dispersas” (1950). En 1990 se reeditaron, en un solo volumen “Rumores de mi huerto” y “Rincones románticos”
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