LA CEGUERA NO ESTÁ EN DORA
Lorena Sanmillán
Cuando llegué a casa ella estaba ahí. Sentí un perfume ajeno y una voz extraña que provenía del comedor. Grace tenía visita. Traté de ser discreta para no interrumpir su plática cerrada, así que hice el menor ruido posible, pero esto no fue suficiente. Ya había advertido mi presencia y reclamaba el que fuera a saludarla. Nos presentaron. Me pregunté en silencio, ¿por qué no se quita sus anteojos oscuros? Sin embargo, sé de respeto y no hice comentario alguno. Ofreció servirme un té. Acepté. Se levantó a la alacena y ayudada por sus manos lo sacó del anaquel. Luego fue por un vaso y lo sirvió sin derramar una sola gota. Grace me dijo en voz baja “es invidente”. Dora escuchó y corrigió. “Soy ciega, Grace, soy ciega. No lo maquilles para que se oiga más bonito”.
Entusiasta, alabó el proyecto de la librería Libros de Nuevo León y preguntó si también distribuyo audiolibros. “Debes pensar en todos aquellos que no podemos leer”. Lo anoté en los pendientes. Tiene razón. Nos habló de su lucha por sobrevivir. Del atropello que sufrió su esposo, también ciego y que de profesión es abogado. De cómo la han despedido de los trabajos que ha tenido porque no la consideran apta sólo por ser ciega. Es pedagoga. Tienen dos hijas y viven al día, como muchos de nosotros. Ha sido presa de varias injusticias por parte de algunas autoridades que es pertinente denunciar. No basta hacer los programas quesque de apoyo a las personas con capacidades diferentes –como se dice en el idioma políticamente correcto-, hay que concretarlos.
Cuando acudí a “Diálogos en la oscuridad” salí presa de una conmoción, sintiéndome altamente bendecida por el privilegio de ver, aunque soy miope. Creo que es el último de los sentidos que quisiera perder. Me sentí totalmente indefensa durante el recorrido. Sobre de esa emoción de entonces, convivir con ella me impactó. Fuera de sus anteojos, no hay nada que la califique como incapacitada. Incluso pensé que si fuera artista sus lentes negros no estarían de más, hasta se vería chic. Sus movimientos coordinados, su percepción, el hilo de sus pensamientos. Hasta jugó con Lakmé, guiada por los sonidos de los juguetes de mi perra.
El tiempo transcurrió y se llegó el momento de llevarla a su casa. Si ya estaba asombrada, nada me había preparado para lo que seguiría. Apenas abrir la puerta de la entrada, de sus labios emergió la poesía. Se sorprendió porque ya era de noche. “Ya se escucha la noche, ahí van los carros, ahí están los grillos, se oye la luz mercurial y ya se apagaron varias oficinas”. En la garganta se me agolpó el sentimiento por su exquisita sensibilidad. La fuimos a dejar a su casa, valga la expresión, a ciegas, siguiendo sus instrucciones. Nos relató uno por uno cada elemento que íbamos pasando: “En esa esquina está una carnicería, pero ya cerraron. Allá está una bodega de grúas y el guardia que siempre me saluda está en el portón”. Redescubrí ese barrio en sus palabras. Aún siguiendo sus líneas guía, dimos vuelta donde no era. “Para, para, ya te equivocaste, este bordo no lo conozco”. Corregimos el rumbo y llegamos a su casa, pulcra de tan limpia y ordenada. Hasta vergüenza me dio a mí, que siempre tengo un desorden. Yo seguía mirándola y admirándola. Al abrazarme para despedirnos, para mi mayor asombro personal, aún alabó el planchado de mi blusa, ajada por el transcurso del día. En mis oídos calaba hondo la frase “Ya se escucha la noche”. No me quise quedar sin comentárselo y lo hice, preguntándole además qué escuchaba durante el día. Su respuesta fue otra dosis de poesía: “En el día escucho el verde de los árboles, escucho el invierno y la primavera, escucho el verano y el otoño”. Gracias, Dora, por ambas frases inolvidables. En nosotros está la ceguera.
p.s. El próximo viernes 19 de febrero, Óscar Burgos ofrece una función a beneficio de Dora, en La Casa de Óscar Burgos. Los boletos cuestan 100 pesos. También le ha ofrecido donar un porcentaje del consumo. Si alguno de ustedes se interesa en cooperar, no duden en escribirme a mi email para obtener sus entradas o para hacer un donativo para esta familia. Gracias.
lorenasanmillan@gmail.com
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