ÓPERA PRIMA

AZUCENA

La noche amenazaba con devorarla de un sólo bocado. No había nadie en la calle, sólo Azucena y la oscuridad que la rodeaba. Las casas estaban completamente solas, vacías de vida como un jarrón que se queda sin agua por efecto del tiempo. Así recuerda su infancia: el sabor a salitre y hierro en la boca: tenía una infección que mantenía sus encías sangrando. Por eso supuso que, esa noche, debió haber ido directo por el litro de leche que le encargó su padre y no detenerse en la agencia donde trabajaba aquel vigilante.
Él, la seguía con la mirada todas las noches, recorriendo de arriba abajo sus delgadas piernas, adivinando su forma bajo la falda del uniforme. Estaba al otro lado de la calle, recargado en el poste que sostenía la cadena frente a los autos. Cuando la vio, comenzó a acariciarse por encima del pantalón. A pesar de la distancia, Azucena notó la tensión de la tela por la incipiente erección. Fue entonces, sin saber por qué, que se acercó.
Lo siguió hasta la parte trasera, donde estaba la oficina. Desabrochándose la bragueta, la tomó de la muñeca y le puso la mano sobre su miembro tieso. Ella tenía doce años. Regresó a la casa temblando.

Félix Treviño
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Félix Treviño. Nació en 1986. Licenciado en Letras Españolas por el ITESM. Escribe narrativa y poesía. Actualmente es becario del Centro de Escritores de Nuevo León. Su proyecto es una novela de tres tiempos.

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