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ANDA BORRACHO PANCHO
Guillermo Berrones

IV

-Tápele ahí, Compa, tengo frío.

-Tranquilo, Pancho, no digas nada ya.

-No deje que se me salga el calor, Compita, mire nomás que tembladera me está agarrando.

-Calmado, Pancho, ya mero llegamos.

-Se me hace que no la libro, Compa, ora sí se chingó Pancho Martínez. Tápele ai ¿pos cuántos agujeros son?

-No sé. Unos cinco. Pero ya no hables.

-Pinche Bato ¿no? ¿por qué no me cantó derecho? Se culeó cuando le dije que no valía más que pa pura madre. Los putazos que le puse por hocicón... usté fue testigo que no me la bañé con él ¿y mire?

La Faena tiene eso. Quita el frío o mitiga el calor. El vino calienta la sangre y una cerveza helada siempre será contrafuerte de la sed. 24 de mayo. El Cerro de la Silla luce tostado por la sequía. Meses sin lluvia. La ciudad es un infierno. Pancho vuelve a la cantina. La Mary se mueve sensual entre las mesas. El bullicio de los viernes es un tránsito de botellas de la hielera a las mesas y de ahí a las cajas vacías.

Paty sumerge la blancura de sus brazos entre los hielos y le sirve la primera de la tarde al sediento Pancho. Así lo pescó la noche. Y su rival estaba allí, en el otro extremo de la barra. En el baño se reclamaron un pleito añejo y Pancho le metió un par de cachetadas. Ahí muere, dijo el rival, y se fue. Más tarde regresa con una navaja en la mano. El ambiente de parranda ignoró sus intenciones. Luego el filo acarició las entrañas de Pancho una vez, otra y otras más. A las once se detuvo el tiempo. La noche se hizo fría. Un hombre corre por las calles oscuras de la ciudad. Pancho muere suplicando:

-Ahí le encargo, Compa. Avísele a La Prieta.

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