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HABITACIONES, DE ELIGIO CORONADO

Nancy Meza

Eligio Coronado nos demuestra su gusto y conocimiento sobre literatura, su admirable educación y cortesía. Así mismo, su disciplina al estar ejercitando su escritura desde diversos ángulos y perspectivas.

A través de Habitaciones,* nos muestra un ángulo introspectivo que nos permite conocer su habilidad sobre la estructura poética. Recorremos habitaciones de Eligio Coronado al paso de la lectura, en todas ellas hay destellos luminosos y una constante: el ingenio, que como herramienta en su quehacer creativo y su madurez intelectual, hace que cada imagen sea acentuada justo en el centro por una línea de luz que la atraviesa y la eleva en un instante, cito fragmento de “En árboles espléndidos”:

En árboles espléndidos

cuelgan los pájaros sus días.

Elegimos el nuestro

por el sonido.

Altísimos de luz,

vértigo de la sombra,

se estremecen.

Estupor del azul

que desborda los límites.

La claridad se incendia.

En el verso “Altísimos de luz” nos lleva la imagen hacia las alturas donde la luminosidad nos permite ver todo el paisaje, las copas afiladas de los árboles y luego, como ave que se precipita hacia su objetivo, nos devuelve al interior en: “vértigo de la sombra, / se estremecen”.

En otros casos nos permite ver cómo son llevadas las imágenes hacia lo alto y lo profundo a través de las tonalidades y espacios en que la luz guía el movimiento. Como ocurre en el texto “Descuelga sus colores” de la primera parte sobre “Habitar el paisaje”. Resulta interesante mencionar en este análisis, que el texto mencionado, presentado en este libro como una unidad, está a su vez constituido por tres imágenes que pueden dividirse y ser al mismo tiempo tres poemas distintos en los que el elemento constante es el movimiento de la luz, cito de “Descuelga sus colores”:

Descuelga sus colores

la tarde sobre el agua

y una hoguera de pájaros

en el aire se enciende.


Submarina raíz

que se desplaza

hacia los litorales

en que la luz se vuelca.

La imagen que naufraga

deshace los reflejos

que sostienen la tarde.

Con acentuaciones en que la luz continúa siendo guía en el camino, aún el autor no escapa de la melancolía que genera la ciudad, aquella en la que: los árboles parecen detenerse en el paisaje, en la observación de la gente inmersa en la tediosa circulación del tiempo, el hermetismo de los días, reflejo desechable de una era artificial y la desesperada necesidad de romper la monotonía.

Luego de su tránsito urbano, el tiempo se convierte en terreno habitable para el autor, que como buen observador lo captura justo en el momento que la imagen adopta su forma: Relámpago: “Por un instante el día / se apareció / en el patio. / No fue un fruto tardío, / desprendido de un árbol. / Fue el aire, / aún eléctrico, / que se incendió de pronto / y atravesó la lluvia”.

El autor sigue guiándonos cada vez más hacia lo profundo, ahora a hacia habitar los sentidos, en los que tímidamente aborda la sensualidad de las formas femeninas, como en el texto: “Desnudo superior”: “Son dos y están ahí, / con su sabor / tan hábilmente cultivado / y su apariencia / de frutos en reposo, / madurando felices, / un poco entre mis sueños / y mis manos”.

Luego abrí la siguiente puerta y me encontré con la habitación de los sentimientos, encontré la nostalgia de un beso y el paso desesperado por la soledad que lo llevan a la meditación sobre su ser y al mismo tiempo sobre su oficio, al enfrentamiento de la página en blanco, a la invisible materia del lenguaje a la lucha paciente y constante por seguir defendiendo su escritura. Las líneas luminosas y a su vez las nostalgias de lo profundo, contrastan justo como el autor, que conoce bien su oficio se lo ha marcado. Eligio Coronado, con su serenidad, perseverancia y disciplina nos dice: “Las armas de los vigilantes / brillan en el cielo”.

*Eligio Coronado. Habitaciones. Monterrey, N.L., Edit. UANL, 2009. 74 pp. (Colec. Palabra en Poesía).

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