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I’M DREAMING A DREAM
Lorena Sanmillán
Crecí rodeada de música. Mi madre canta siempre. En mi casa había una sola televisión, pero cada quien tenía su radio. Cantar me purifica, me hermana con Manuela. Puedo desnudar sentimientos escudándome en lo que ha escrito otro. Celebro encontrar literatura en el radio. La poesía radica en un verso que es capaz de expresar una emoción sin usar los lugares comunes. Reinventar la realidad para sentir y decir lo mismo que nos ha movido desde siempre con otras palabras. Jugar con el lenguaje es un divertimento. Existe mucha verdad en la canción popular. Los romances gitanos decantaron en corridos y el canto es una forma de preservar la historia y la cultura.
Miento si digo que me gusta el karaoke; en realidad me encanta. Falto a la verdad si establezco que soy mala: soy exactamente pésima. Pero es una de las cosas que más me divierten en mis horas de esparcimiento. Mi ego y soberbia son vapuleados por las carcajadas de mis amigas, familiares y algunas desconocidas. Yo las dejo hacer porque además no puedo impedirlo. La burla es instantánea y genuina. No tengo más remedio que aceptar que mis oídos son incapaces de afinar mi garganta. Mi fracaso es monumental. Lo que es innegable, es el sentimiento que siempre me acompaña cuando monopolizo el micrófono. No tengo llenadera, ni límites. No perdono nada. Igual “canto” -es un decir- a Eugenia León, La Quinta Estación, Miguel Bosé que a Los Alegres de Terán. El mejor comentario vino de parte de Marisa, en una de esas ocasiones en que me habitó el espíritu de Sarah Brightman: Qué bueno que eres escritora.
La música y los cantantes me han dado siempre motivos para alegrarme. Y el yutubé es un gran descubrimiento que le debo a Iliana. Gracias a ella, setentaycincoveces siete, vi el video de Ken Lee y setentayseis veces ocho me desternillé de la risa. Valentina Hasan, valiente concursante del Bulgarian Idol se planta con total seguridad frente al jurado y canta en su versión libre, el éxito de Mariah Carey “With out you”, pronunciando el inglés como ella lo escucha… en búlgaro. Es admirable la seguridad con la que lo hace y conmueve su fe en sí misma. Un caso distinto es el de Paul Potts, un vendedor de celulares, en el British Got Talent quien sorprende al jurado con su interpretación de “Nessum dorma”. La cálida tesitura derrite el hielo de la incredulidad.
El punto y aparte, literal y metafórico, es para Susan Doyle. Mujer británica de cuarenta y siete años, desempleada, que interpreta con muy alta estatura “I dreamed a dream” de “Los Miserables” durante su audición para el BGT. Cuando se paró ante el jurado, nadie daba un peso por ella y el público se burló cuando dijo que su sueño era ser como Elaine Page, una de las mejores cantantes británicas. Bastó que empezara a cantar para que el asombro poblara los rostros y la maravilla los oídos. El público termina aplaudiéndole de pie. Boyle acaba de estrenar su nuevo disco y me lo han regalado.
El lunes pasado, mientras llovía, recorrí la ciudad perdida en mil pendientes de mi agenda y escuché el disco, que precisamente lleva el mismo título de su canción icónica. Es el tercer track. Llovía por Constitución y por toda la ciudad. Londres se posesionó de Monterrey. Susan me acompañaba y de pronto esta interpretación tocó la fibra sensible precisa para que mi propia lluvia me inundara. Encerrada en mi auto, prisionera del embotellamiento, comenzó mi propio viaje hacia las sensaciones que su voz provocaba. Su voz posee una profundidad que desgarra la última capa de la epidermis. A mi mente vino Víctor Hugo, París, Jean Valjean, mi madre, Rocío Banquells, una caricia, un beso en el alma, un abrazo cósmico. Ella. La música, la letra y Boyle me abstrajeron del mundo. Valoré su fe en sí misma, en su talento, su constancia, su perseverancia. Aplaudí al compositor, al director de la orquesta. Al Creador por mis oídos. A las hadas por la sensibilidad. La lluvia era una cortina líquida que hacía las veces de telón en el teatro cotidiano. Los sueños que se sueñan sólo se alcanzan si despertamos a perseguirlos. Me queda ese fascinante consuelo: al principio también se burlaban de ella.
p.s. ¡Ya viene Libros de Nuevo León, con un cerro de libros!
lorenasanmillan@gmail.com
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