cabeza
Google
fechak

p72s15

onglogo

iconkult

barraploata

alerelogo

barraploata

indind15

barraploata

indindk

barraploata

sanmind

barraploata

berind

barraploata

cepind

barraploata

diaind

barraploata

velind

barraploata

corind

barraploata

corind

barraploata

operaprimaind

barraploata

cleind

barraploata

casind

barraploata

quieind

barraploata

tijind

barraploata

perind

barraploata

palind

barraploata

feoind

barraploata

derind

barraploata

pacind

barraploata

habind

barraploata

noalind

TIEMPOS PÉRDIDOS
Ramón Clériga

Renato Leduc es un señor de los tiempos, porque la temporalidad es una preocupación intensa que aparece en su poesía. Su soneto Tiempo, es un profundo diálogo del hombre con sus tiempos; nos habla de la presencia de la ausencia, del hoy que será mañana y del ayer, que aún en el presente, - con toda su fuerza -, es todavía:

Sabia virtud de conocer el tiempo; a tiempo amar y desatarse a tiempo, como dice el refrán; dar tiempo al tiempo…que de amor y dolor alivia el tiempo. Aquel amor a quien amé a destiempo; martirizome tanto y tanto tiempo; que no sentí jamás correr el tiempo; tan acremente como en ese tiempo.

Amar queriendo como en otro tiempo, ignoraba yo aún, que el tiempo es oro…

Mas el tiempo, en su posible ensamble con el espacio, ha sido motivo de profundas reflexiones en las más distintas esferas, y si nos preguntamos sobre el modo en que inscribimos el principio de nuestra historia, ¿por qué privilegiamos un suceso ocurrido hace dos mil años para compendiar el acontecer de nuestra historia? O, ¿por qué eludimos lo acontecido antes, si tenemos datos que evidencian la presencia del ser humano muchos años atrás? O, ¿qué ha pasado con ese perdido trozo de historia?

En cierto modo, lo que Freud investigaba en Viena, es lo que, casi al mismo tiempo en forma narrativa, recrea Marcel Proust en su búsqueda del tiempo perdido, en su extenso escrito alcanzó al tiempo rescatado y expresó con profunda penetración en el desarrollo psicológico de sus personajes, su intensa preocupación filosófica por el tiempo. De ahí, surgieron ideas de tiempos que fluyen sin meta y sin sentido si no tienen algo que les brinde referencia y que les confiera orden, propósito y certeza.

Así se rompió el pensamiento de una temporalidad lineal representada por la cadena presente, pasado y futuro, que brinda sostén a la certidumbre de la idea fija, esa que no sabe más que de las evidencias que ofrecen las experiencias conscientes, y el asunto se ha tornado en un problema de lógica insuperable por un razonamiento, ya que no hay consciencia de lo inconsciente.

De esta manera Freud sitúa el dedo en la llaga con su descubrimiento del inconsciente y a partir de ello, espacio y tiempo, no pueden ser pensados en la misma escritura. El concepto de nachtraglichkeit, a posterior,-por lo que viene después-, que designa el saber obtenido de la experiencia, rompe la ilusión de una temporalidad lineal y en su interpretación de los sueños, demuestra la existencia de un tiempo fragmentado, un tiempo que no tiene la idea ordenada en presente, pasado y futuro, como en nuestra actividad onírica donde todo es presente puro.

Visto así, para hablar del tiempo habría que pensar también en la conceptualización del tiempo antes y después de Freud. Con el descubrimiento del inconsciente, Freud cuestiona al igual que Copérnico y Darwin, el pensamiento universal y rompe las ideas de centralidad y fijeza que habían pretendido explicar al hombre y al orbe. Estos revolucionarios de la ciencia, comparten un rasgo singular y paradójico: derrocar la arrogancia humana de los pedestales en que se encontraba. Copérnico desplazó nuestro hogar del centro a la periferia; Darwin nos relegó a un “origen animal” y Freud, con el inconsciente hizo añicos el mito del hombre racional.

El inconsciente ignora la negación, el tiempo y la muerte. Tiempo y muerte que están recónditamente enlazados, tiempo y muerte que son tema reiterativo en la poesía y en la literatura; Proust se lanzó a su monumental búsqueda del tiempo perdido y por su parte, Leduc, en un breve poema perece conocer con profundidad y sutileza la grandeza y pequeñez del instante:

(…) Cuánto tiempo perdí, ¡ay!, cuánto tiempo.

Y hoy que de amores ya no tengo tiempo, amor de aquellos tiempos cómo añoro, la dicha inicua de perder el tiempo (…)

Un espacio temporal es efímero, fugaz y único, pero susceptible de ser repetido por evocación y este despertar es una de las tareas del psicoanálisis. Sin ello, todo lo vivido, toda la vida sería un simple y sencillo pasar sin renacer. En el psicoanálisis coexiste un fluir del tiempo y memoria fugitivos.

El consciente no toma en cuenta que el inconsciente ignora el tiempo y puede decirse entonces que nada se esfuma, todo esta ahí, aún presente, todavía, pero todo puede desaparecer nuevamente, en todo instante, impulsando incluso a veces al propio yo en ese desvanecimiento. En busca de un tiempo perdido. Sabia virtud de conocer el tiempo…

* LEER + (GANDHI)

Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos:

 

¿Desea dar su opinión?

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

 

 

uanlind

15h2

qh2

1
2