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¿QUIÉN ES ROLANDO HINOJOSA-SMITH?
J. R. M. Ávila

Un homenaje más que se le brinda a José Emilio Pacheco por sus ochenta años, ahora en la Feria Internacional del Libro de Monterrey (tuve la fortuna de asistir a uno de estos homenajes en julio de 2009 en Oaxaca y con eso fue suficiente). Casi estoy por descartar la información cuando me entero de que en el homenaje de esta mañana de domingo participa Rolando Hinojosa-Smith. Tengo diez minutos para recorrer veinte kilómetros.

Cuando llego a Cintermex me dirijo a la sala en que se realiza el evento. Oigo con alegría la voz de Pacheco pero cuando pretendo ingresar al recinto, una muchachita de menos de veinte años me impide el paso. Tiene instrucciones de no dejar pasar a nadie. Me asomo. Hay poca gente y se lo digo. Ella está programada para evitar que alguien entre, y cumple a medias, porque se le cuela una mujer. ¿Quieres que me pase igual que ella?, le digo. Pero sigue programada: Es que al señor que está hablando no le gusta que lo interrumpan. Sonrío por su ignorancia. Insisto inútilmente hasta que se asoma por ahí su programador, la desprograma y me permite pasar en el instante en que se escucha el aplauso final para Pacheco.

No importa que el evento haya acabado, porque lo que yo quiero es conocer a Hinojosa-Smith. Me le acerco aprovechando que la gente se va a entrevistar al homenajeado, le tiendo la mano y me presento. Le digo que estoy complacido porque acabo de leer su libro Los amigos de Becky. ¿En inglés o en español?, dice. En español, contesto, aunque sabemos que no importa mucho, ya que él escribió ambas versiones. Le cuento sobre la dificultad de conseguir sus libros no sólo en México sino en el sur de Estados Unidos. Se sorprende, pero pregunta cómo conseguí entonces el libro que acabo de leer y le hago saber que el único recurso fue adquirirlo por Internet.

Mientras conversamos como si nos conociéramos de siempre, Rolando Hinojosa-Smith se atreve a hacer ante mí lo que no hace mientras escribe, habla muy mal de uno de sus personajes, concretamente de Ira Escobar. Obviamente se refiere al modelo que dio como resultado al personaje. Lo pinta como pretencioso por firmar como Ira a pesar de que su nombre verdadero es Irineo o Ireneo. Habla como si lo conociera de carne y hueso, como si fuera su enemigo, como si con el libro hubiera consumado una venganza contra él.

Rolando parece olvidar que está aquí contribuyendo al homenaje que se le ofrece al autor de Las batallas en el desierto. Tienen que llamarlo para que salga en la foto que les tomarán. Por supuesto que va y posa pero permanece muy atrás porque ya los demás se acomodaron, de manera que sólo sale en el fondo, hasta que alguien se percata de que falta en el frente y hay un reacomodo para repetir la toma.

Cuando se desocupa, viene hasta mí y reanuda la conversación sobre su libro Los amigos de Becky. Revela que no quiso echar mano de un solo narrador porque le parecía un recurso muy pobre y por eso puso a narrar a los amigos (algunos no tanto) de Becky, de manera que no tuvo que expresar su propia opinión sino que pidió prestadas otras voces, para no comprometerse.

Esta decisión da como resultado una novela poliedro que consta de 27 caras con su respectivo punto de vista acerca del divorcio de Becky y su subsecuente nuevo matrimonio. Con esta serie de puntos de vista, Hinojosa-Smith logra que sus personajes opinen en lugar de él, escudándose en ellos para decir lo que él mismo quiere decir pero sin comprometerse. Las dos únicas veces que el escritor reconoce “meter su cuchara” son el inicio con su “Dedicación y deuda que se salda en parte” y el epílogo con su “Fin y rendición de cuentas”.

Es una delicia conversar con este autor después de leerle una novela que avasalla desde el principio. Recuerdo que cuando la leí buscaba todo tipo de pretextos para interrumpir la lectura para no terminarla: iba a tomar agua, escribía notas, emprendía la lectura de otros libros, me ponía a acomodar mi biblioteca siempre en caos. Sin embargo llegó el final irremediablemente.

Lo mismo sucede cuando uno conversa con Hinojosa-Smith. Uno quisiera que continuara hablando, que no terminara la conversación sobre su obra, pero es imposible retenerlo más porque debe tomar su vuelo de regreso. De cualquier manera, me ha brindado su atención por casi veinte minutos y eso se agradece.

Pero, ¿quién es Rolando Hinojosa-Smith? En México nadie parece saber que fue el primer escritor estadounidense en lengua española en ser reconocido con el Premio Casa de las Américas por su novela “Klail City y sus alrededores”. Nativo de Mercedes, Texas, es autor de una extensa saga narrativa conocida como Klail City Death Trip que retrata la vida de los chicanos en el condado de Belken, comparado por muchos con el Yoknapatawpha de Faulkner, el Macondo de García Márquez, el Comala de Rulfo o el Santa María de Onetti.

Lo que Rolando Hinojosa-Smith escribe, según él mismo lo afirma, es literatura que aprendió de niño, escuchando cuentos, leyendas y mentiras de la gente. Quien lea sus libros descubrirá que no sólo está ante un excelente escritor sino ante un buen escucha del habla chicana, del español antiguo que se practica en el Valle del Río Grande, del inglés influenciado por el español.

Extrañamente, sus libros no se consiguen ni en México ni en el Valle de Río Grande, Texas, donde se ubica el Belken de sus libros. Él sabe que sus libros se leen casi exclusivamente en las universidades de Estados Unidos y tal vez esto se deba a que no hace muchas concesiones con el lenguaje, ya que escribe indistintamente en inglés y en español o en eso que ha dado en nombrarse spanglish.

¿Cómo es posible que, siendo candidato al premio Cervantes, casi nadie se dé por enterado de la existencia de Rolando Hinojosa-Smith?

Ojalá algún día se lo concedan y quienes creen en los premios emprendan la lectura placentera de sus libros.

Por lo pronto, no saben lo que se pierden.

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